¡Y pensar que en el sueño damos fin al pesar
del corazón y los mil naturales conflictos que
construyen la herencia de la carne!
del corazón y los mil naturales conflictos que
construyen la herencia de la carne!
William Shakespeare
Dormir no solo es una función
vital para todos los seres vivos, el sueño también es un requerimiento básico
para conservar la salud, no hacerlo de manera regular, puede convertirse en una
pesadilla.
El sueño tiene un papel
fundamental en la regulación del equilibrio energético. Así lo demuestra la
relación existente entre diversas hormonas implicadas en la regulación
metabólica y el ritmo sueño-vigilia. La prevalencia de la obesidad ha aumentado
de forma paralela con la falta de horas de sueño denominado privación parcial
crónica del sueño.
El sobrepeso y la obesidad son la
consecuencia, en última instancia, de un desequilibrio energético que depende
de la ingesta y del gasto calórico. La privación parcial de sueño tiene efectos
endocrinos y metabólicos que podrían explicar la relación existente entre sueño
y peso corporal. Más de veinte estudios epidemiológicos, publicados todos, han
demostrado que existe una relación inversa entre duración habitual de sueño y
peso corporal. Dos estudios con métodos dispares confirmaron que un sueño de
duración acortada se acompaña de un aumento de apetito debido a una disminución
de la leptina y un aumento de la ghrelina. La privación parcial de sueño, está
directamente relacionada con un aumento de la somnolencia y una disminución de
la alerta comportamental.
Los accidentes también son
producto de la falta de horas de sueño. Datos oficiales arrojan hasta 30% de
accidentes de tráfico relacionados con problemas de sueño. Muchas de las
personas afectadas relatan haberse quedado dormidas frente al volante en alguna
ocasión; sin embargo, muchas de ellas son incapaces de reconocer los síntomas
precoces del sueño. Los accidentes relacionados con la somnolencia presentan
características propias que les confieren unas elevadas mortalidad y
morbilidad. En general son accidentes que ocurren a medianoche y a media tarde,
períodos que se corresponden con los 2 picos circadianos de somnolencia. La
disminución del número de horas de sueño y la calidad de éste, se traducen en
distracciones, descuidos, despistes, falta de atención, condiciones que están,
también, relacionadas con la falta de descanso.
Tanto la cantidad y la calidad
del sueño se modifican por las variadas condiciones de estrés sufridas durante
la vigilia. Las alteraciones del sueño producen estrés y, a su vez, el estrés
genera cambios en el ciclo sueño-vigilia. La privación de sueño en el ser
humano genera estrés, lentitud de pensamiento, dificultad para lograr
concentración y percepción precisa, fatiga e irritabilidad, nerviosismo, mal
talante.
Un estudio reciente realizado por
unos psiquiatras del Centro Médico de la Universidad de Rochester en Estados
Unidos, determinó que cuando se encuentran frente a situaciones estresantes,
los adultos mayores que duermen mal tienen altos niveles de un marcador que se
asocia con la inflamación. Dicho marcador, conocido con el nombre de
interleuquina 6 (IL-6) también está ligado a otros problemas de salud tales
como la diabetes, las enfermedades del corazón y algunos problemas
psiquiátricos.
La falta de sueño, según el
estudio, afecta la manera en que el sistema inmunológico responde al estrés, lo
que causa más inflamación y pone a estas personas en riesgo de sufrir problemas de salud mental y
física.
Por prescripción médica se
recomienda dormir de 12 a 14 horas a las niñas y niños de 18 meses a 3 años; a
los de 3 a 5 años entre 11 y 13 horas; a los de 5 a 12 años de 10 a 11 horas; a
las y los adolescentes, alrededor de 9 horas; y por último a los adultos,
alrededor de 8 horas, aunque estudios recientes admiten 7 horas de sueño como
un buen período de descanso. No seguir con regularidad estas recomendaciones
conlleva a un problema de salud más grande de lo que hubiéramos soñado.
Mantener un horario regular,
obtener una cantidad óptima de sueño, hacer ejercicio físico, evitar comidas
copiosas o excederse en líquidos antes de dormir, limitar el consumo de alcohol
o sustancias estimulantes por la tarde y no fumar pueden ayudar de manera
significativa alcanzar nuestros sueños.
Fuentes
Texto:http://www.spps.gob.mx
Imagen:http://womenshealth.taconeras.net/files/2011/04/sueno.jpg
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